Actitud frente a un procedimiento de divorcio

El siguiente artículo es fruto de la reflexión y experiencia, adquirida de la asistencia jurídica, que he proporcionado a mis clientes en numerosas rupturas y procesos de divorcio. Únicamente, he tratado de resumir de manera escueta y sencilla, cuál es la actitud que deberíamos tener ante un proceso de divorcio, siempre que sea posible. Cuando asesoro a mis clientes, procuro hacerles entender cuestiones fundamentales sobre cómo afrontar el procedimiento, más allá de mi consejo jurídico, ya que podría afectar a sus relaciones familiares futuras:

PRIMERO: Los cónyuges no pueden pretender vivir por separado con el mismo nivel económico a partir del divorcio, puesto que la ruptura acarrea una merma patrimonial para ambas partes y, posteriormente, ambas economías deberán sostenerse por sí mismas. Así pues, lo primero que ambos cónyuges deben hacer es adaptar sus finanzas a su nueva realidad económica y procurar no entrar en batallas por cuestiones monetarias, ya que, de no existir acuerdo entre ambos, será un juez, en base al perfil económico de cada cónyuge, quién determine y decida la forma de reparto de los bienes y las pensiones, si las hubiere. Cabe destacar, que un divorcio de mutuo acuerdo es mucho más económico y menos tedioso que un divorcio por vía contenciosa.

SEGUNDO: El divorcio jamás debería ser motivo para poner fin a los lazos familiares, la ruptura lo único que hace es reorganizar las relaciones familiares, nada más. En base a esto último, madre, padre e hijos, lo son para toda la vida. Pues esto, que parece una verdad de Perogrullo, hay bastantes progenitores que, no lo entienden y, utilizan despóticamente a los hijos como arma arrojadiza contra el otro cónyuge para conseguir un mayor beneficio económico para sí mismos, haciendo un daño, a veces irreparable, en las relaciones de familia y causando un enorme perjuicio emocional en sus propios hijos que les afectará en sus relaciones futuras, ya que se trata de niños y jóvenes con una personalidad en pleno proceso de formación y desarrollo. Seamos sensatos, no se puede utilizar a los niños como rehenes en un proceso de divorcio, los máximos perjudicados de este tipo de prácticas de alienación, son los niños. Por tanto, actuemos de manera cabal, dejando a los hijos excluidos total y definitivamente de un conflicto que no va con ellos.

TERCERO: Entendidos los dos puntos anteriores, es muy importante que ambos cónyuges conserven un hilo de comunicación cordial y fluido en el proceso de ruptura, máxime si tienen hijos. Lo primero, porque dulcificará situaciones de conflicto y el fin de la pareja no supone el fin de la patria potestad, porque ambos progenitores deberán seguir tratando, de manera racional y madura, aspectos básicos sobre la educación de los hijos, asuntos médicos, etc… El diálogo es un objetivo básico en el divorcio, porque disminuye el conflicto, mitiga las desavenencias, permite conocer las distintas posturas pacíficamente y allana el camino para llegar a un punto de entendimiento separando los problemas personales, inherentes al divorcio, del ejercicio de la maternidad o paternidad, ya que los hijos tienen el derecho y la necesidad de no tener que separarse de ninguno de sus progenitores. 

Esperando con humildad que estos consejos os sean útiles, os envío un saludo a todas y a todos.


Jesús Pérez Fernández
Abogado del ICAM
Doctorando Investigador de UC3M
Fundador de Lobo Abogados

www.loboabogados.com   |   info@loboabogado.com   |    Contacto: 912380208



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